martes, 21 de diciembre de 2010

Puntual

Es imposible, no se me puede olvidar, cada doce horas Neska toma una cápsula para estimular su corazón cansado, en enero cumple dieciochos años. No ve, no oye.



Ha sido una perrita bailarina y ahora sólo camina torpemente. Es ella la que me marca las horas de su tratamiento. No le gusta el medicamento, pero envuelto en jamón york o quesito lo traga sin paladear y cuando llega el momento exacto empieza a dar vueltas alrededor de mis piernas. A los demás también les doy un bocado así que cada 12 horas Neska y el resto se inquietan y toman posiciones en el lugar donde guardo el cotidiano manjar.




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