miércoles, 25 de julio de 2012

Fuerzas renovadas

¡Cuántos meses sin publicar! No tenía ganas. No tenía fuerzas.
Ha pasado el tiempo y la pena se ha mitigado. Ya puedo contar sin dolor, aunque sí con cierta añoranza.
Se fue Neska, con veinte años


 y al cabo de unas semanas y de forma inesperada, enfermó Pizkita. La llevé al veterinario una tarde, se quedó ingresada  y a la mañana siguiente me llamaron que estaba agonizando, me escapé del trabajo, cuando llegué ya había fallecido. Y eso me dolió. Me atormentaba la duda de si se había sentido abandonada. A esta perrita algún criador después de haberla utilizado para la cría indiscriminadamente la abandonó llena de tumores y con una hernia. Operada y recuperada vivió conmigo tres años. ¿Tendría 12, 13 años?


Después y tras una enfermedad crónica se fue Pintxito, un gatito muy especial.


 Dos nuevas incorporaciones a la familia agitan y espantan la tristeza, nos regalan  imágenes llenas de ternura cuando maman a Txuri, la única perrita vieja que queda, provocan a los galgos y hacen trastadas sin parar: Bonnie and Clyde:


jueves, 29 de diciembre de 2011

Vuelta al trabajo

La vuelta al trabajo no ha sido traumática, todo lo contrario, la acogida calurosa y la vuelta a la cotidianidad pausada. Pero un detalle, una pregunta que me han hecho en varias ocasiones me ha puesto los pelos como escarpias y las lágrimas a punto de aparecer.
- Habrás sacrificado a los perros después de lo que te hicieron ¿no?
Me quedo con la boca abierta, sin palabras.
La única responsable de lo que sucedió fui yo, confié demasiado en ellos a pesar de que me habían dado varios avisos, no tuve en cuenta la fuerza instintiva de su genética y aprendizaje a través de los años.
Si hubiera hecho caso, si me hubiera puesto otro mosquetón, si...
 El accidente fue grave, pero ellos también me han ayudado a superarlo. Quiero a mis perros como a mi vida. Así, sin más.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Lagun y su dominancia

Convencida de que ese comportamiento macarra y chulesco por parte de Lagun con otros perros sólo nos puede traer problemas acudimos a un entrenador canino. Las instalaciones se encuentran en una ladera del Monte Igeldo, mirando al mar, al final de un  camino estrecho, en cuesta vertiginosa.  El único pensamiento que tenía es que si fallaba la dirección o los frenos del coche, acabábamos en el mar después de dar un montón de vueltas.
 Lagun nada más bajar del coche, quizás sobrecogido por el paisaje, mete el rabo entre las piernas y se pone a temblar. Yo estaba igual. Para valorar la reacción de Lagun, el monitor se presenta primero con una perrita border collie, sumisa y después con otra de carácter más dominante.   Cuando siente que no se puede proteger en mí se dedica a hacer  la pelota al monitor ofreciéndole la patita y mirándole con una cara que derrite hasta el hielo de los polos. A las dos perritas ni las mira.
¿Dominante? Porque lo dices tú y yo me lo creo -me dice.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Lagun y los gatos

Lagun y Pintxito duermen juntos.  Esta imagen tan enternecedora y pacífica se puede transformar en un tornado que arrastra todo lo que se ponga en su camino persiguiendo a  cualquier  gato de la calle.


sábado, 10 de diciembre de 2011

Últimos rayos de sol

A Lagun y Lira, como buenos galgos que son, les encanta el sol y aprovechan hasta los últimos rayos para calentarse. Según va avanzando la sombra en el jardín ellos se van alejando de ella hasta quedarse arrinconados en el último resquicio de luz.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Neska

Tenías tres meses cuando nos encontramos, eras una bolita de algodón negro. Neska. Inquieta, dulce, alegre y bailarina. Contigo fue fácil aceptar mis primeros momentos de soledad, fuiste testigo de mis errores y fracasos, compartiste alegrías, retos y  traslados. Eras como un apéndice, si para alguien suponías un obstáculo, le borrábamos de nuestra vida. Dimos largos paseos,  haciamos footing, viajamos en barco, avión y coche. Ibiza, Lugo, Bilbao, San Sebastián, Vitoria, Hendaia... muchas personas  conocimos, llegaban y después desaparecían, tú y yo hemos seguido juntas.
La vejez se fue apoderando de tu cuerpo, tus ojos se hicieron opacos, tus oidos se cerraron, tu corazón se cansó, perdiste dientes y muelas, pero seguías luchando. El quesito que envolvía  la pastilla para estimular tu circulación se convirtió en el reloj que me recordaba las horas. Cada vez más te separabas del mundo, eras un saquito de huesos retorcido, pero yo percibía en tí ganas de vivir,  dabas unos paseos renqueantes por el jardín, te perdías y esperabas callada a que yo te rescatara, entre el seto, las hierbas o cables. Dormías mucho, no te despertaban los ruidos, vivías en la oscuridad, pero cuando yo entraba en la habitación, aunque ya no me recibías con saltos ni movias la cola, levantabas la cabecita y suspirabas.
Ha llegado el terrible momento, no has sido capaz de levantarte,  te he puesto de pie, te has caido una y otra vez sin control ni fuerza. Te has negado a comer, he intentado meterte a la fuerza el quesito que tanto te gustaba, has rechazado el agua. Te has abandonado ya y me ha costado darme cuenta.
Un día te prometí que no iba a permitir que sufrieras, que mientras hubiera esperanza lucharía por mantenerte viva,  pero que también te ayudaría a morir. En mi empeño por mantenerte a mi lado quizá has sufrido y yo lo he negado.
Desgarrada te he llevado al veterinario. No he podido articular ni una palabra, tapada con tu mantita, te has dormido entre mis caricias y lágrimas.
Nunca has pesado más de siete kilos, pero  me has ayudado tanto a vivir. Llegaste a mí con 3 meses y te has ido con veinte años. Ahora tengo tus cenizas y tu espíritu que me seguirán acompañando.

martes, 25 de octubre de 2011

En la playa

En el camino que llevaba a la playa, nos encontramos con otro galguito, blanco con manchas negras, como si fuera una vaquita.
- Es un poco dominante -me dijo su dueña.
Les dejamos acercarse despacio. Sin ladridos, gruñidos ni amenazas, Nilo, que así se llamaba, se doblegó a Lagun.
Nos adentramos en la arena y Lagun, con la cola bien alta, miró alrededor, altivo, no me gustó su actitud, pero mis acompañantes me animaron a que lo soltara, hizo unas carreras de exhibición y comenzó a vigilar y acercarse a todos los perros que entraban en la playa para dejarles bien claro que  aquel territorio era de su dominio. No muerde, pero les da pequeños toques en el lomo. Le até y le solté varias veces. En una de esas, vio a lo lejos un perro paseando tranquilamente con una pelota en la boca, un  golden retriever, a los que tiene una manía enorme; no me dio tiempo atarlo y salió disparado hacia él. Le marcó y una vez sometido, volvió hacia donde nosotros estábamos, en el camino y para que no quedara duda de su poder, levantó la pata,  y pegó una meada impresionante a la mochila de unos chicos que estaban tomando el sol y que ni siquiera tenían perro.  Casi no me enteré porque yo ya me había enterrado en la arena.
Mi acompañante, mosqueada:
- No vuelvo a salir con Lagun, ¡qué vergüenza me ha hecho pasar!
- Pues haber metido la cabeza debajo de la arena como yo -le contesté.