domingo, 27 de febrero de 2011

Mejor sin foto

No se dónde estará la cámara de fotos, he buscado hasta en el frigorífico. No aparece. Tampoco me extraña, tengo la impresión de que estoy todo el día metiendo maletas y perros en el coche, recorriendo kms, descargando y vuelta a empezar. Así que todo está desperdigado y repartido en dos casas ¿dónde habré metido la cámara? Aunque... menos mal que no la llevaba conmigo la otra tarde. Noche cerrada, poca luz en la calle y yo vestida de negro. Todo oscuridad. Suelto a los galgos para que se desfoguen. Corren como locos, se persiguen, apenas se alejan de mí, yo paseo tranquila.  Se acercan, pasan casi rozándome, es su juego. Lagun viene en primer lugar, me esquiva, Lira detrás quiere atraparle, no me esquiva. Impacta contra mí como si fuera un misil. Caigo de bruces al suelo, paro la caida con la barbilla. ¡Qué dolor! Parece que me he desencajado entera, pero me preocupa que alguien  haya visto este bacatazo, me levanto hecha un guiñapo, algo se desliza  por el cuello ¡estoy sangrando!  No tengo nada para empapar y la mano se me llena de sangre. Ya en casa, veo que la  herida que necesita puntos de sutura. Servicio de urgencias. Seis puntos de sutura.
¡Qué alivio, no llevaba la cámara de fotos! porque ya se sabe, a veces las carga el diablo.

viernes, 25 de febrero de 2011

La timidez de Lira

Nos cruzamos con tres mujeres.
- Mira, dos galgos.
- Qué bonitos, con su chubasquero y todo.
-¿Los podemos tocar? Todo esto a voces.
Si, sí. Son muy mimosos  -digo yo.
Lagun rápidamente las avasalla para acaparar todas las caricias y Lira retrocede un poco por el tono de voz, demasiado alto y le asusta.
-Ven bonita, que no te hacemos nada, guapa, guapa...
Lira agacha la cabeza baja los párpados, levanta un poco la mirada.
- Qué timida eres, bonita...
Mete el morro en una bolsa que llevaban las chicas, saca rápidamente una barra de pan, enorme y sale disparada.
Jamás correría detrás de un galgo. No sirve de nada.

sábado, 19 de febrero de 2011

La de los galgos

De pequeña era hija de... Lógico, estaba empezando a vivir, no tenía identidad.
Cuando mis hermanos crecieron, pasé a ser la hermana de... Me sentía segura, ellos me defendían de los niños traviesos.
Me casé y fuí  mujer de... Me encaré, revolví y  combatí para ser yo y eliminar para siempre el "de". Ahora, pensaba que ya tenía mi propia individualidad, pero... Desde hace casi dos meses he cambiado de trabajo y aún me preguntan: ¿quién eres? Fulanita, contesto. Ah, la de los galgos, me dicen. No me reconocen por mi cargo, sino por ellos. Sonrío. Mis galgos son protagonistas, llaman la atención por su estética, su forma de moverse, andar y correr, por los abriguitos con que les visto para protegerlos del frío o los chubasqueros que les pongo para que acepten salir a la calle. Son protagonistas por su carácter,  despiertan admiración y ternura. Sí, quiero ser "la de los galgos".