24 horas revolucionada

 

- Una mujer te está buscando-me dijo un amigo.

-¿Donde?

- En un programa de radio ha dejado un mensaje. Según parece te conoció hace años y quiere tener noticias tuyas. Dijo tu nombre y apellidos. No tengo más detalles.
Al principio, pensé en no hacer caso, pero... la cabeza se revolucionó, quién será, para qué, por qué...
Envié por la noche un mail al programa de radio hecha un manojo de incertidumbre, me contestaron a la mañana siguiente, tuve que llamarles para escuchar el aviso grabado: Contaba que había trabajado conmigo en la década de los noventa en Ibiza y que le encantaría volver a tener noticias mías. Me pareció reconocerla. Todo coincidía, menos por dos detalles: decía llamarse Blanca, nombre desconocido para mí y su registro de voz me pareció diferente, quizá estaba distorsionada por el tiempo. Los presentadores del programa me comentaron que se pondrían en contacto con ella de nuevo, y así aclarar las dudas sobre la identidad de la sabuesa.
Mientras tanto, los perros: vamos a correr. No, no, hoy recibimos noticias del pasado y nos tenemos que quedar en casa a la espera. Ellos: ¡lo que importa es el presente! Ahí quietos es un asunto de humanos.
Por fín, sí era ella, había utilizado nombre falso.
Tuvimos que entrar en antena, ¡el programa había funcionado en su búsqueda de personas!
Aprovechamos el tirón y enviamos una llamada, esta vez conjunta, para reencontrarnos con el resto del equipo de la misma época. Fue una etapa estupenda e irrepetible y aunque estamos todos dispersos una cena en el centro geográfico de la península se podría organizar rápidamente.
De momento, la iniciativa de mi antigua compañera  ha sido un bonito regalo de navidad,  compartimos muchas horas de trabajo y ocio.