Mientras Lira gemía por la ausencia de Lagun y reclamaba más mimos para compensar la tristeza, éste antes de participar en la carrera se dedicó a investigar la casa rural de San Adrián de Juarros, donde nos quedamos a dormir.
En la piscina, llena de agua, flotaba inmóvil un cobertor de color azul. La curiosidad, inexperiencia y torpeza le arrastró, intentó andar por encima de esa especie de toldo y se hundió sin prisa, hasta asomar sólo la cabeza y el agobio reflejado en su cara. Él que no se mete ni a los arroyos menos profundos en pleno mes de agosto a 35 grados de temperatura ambiental, naufraga en una piscina de agua casi helada y con 4 grados en el exterior.
Yo, sin creerme del todo lo que estaba sucediendo, a punto estuve de tirarme a la piscina.
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Pobrecito, con lo de secano que son lo habrá pasado fatal.
ResponderEliminarEspero que no se resfrie porque son de un friolero y delicado de aupa.
No, no se ha resfriado. Le sequé, estaba la chimenea de leña encendida y le dejé ahí.
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