jueves, 25 de noviembre de 2010

El cuarto

Cuando fui a recoger a Pixka a la casa de acogida, vi una galga negra, preciosa, tranquila, majestuosa, muy obediente. Así me interesé por los galgos y me enteré del brutal maltrato y abandono que sufren en este país. No me lo podía quitar de la cabeza, sentí la necesidad de hacer algo. Las otras son viejitas, pensé, un galguito  me acompañará a correr por los montes.




Así llegó Lagun. Cuando lo adopté estaba enfermo y además era muy joven para trotar con él. Tuve que esperar cuatro meses. Mereció la pena ver cómo se recuperaba día a día.

1 comentario:

  1. Qué bonito es Laguntxo.....y te falta Pintxo!!!!son seis!!!!te dejas a la Pantera!!aissss...como se entere de que no le has tenido en cuenta en el recuento familiar te va a mear toda la ropa!!!jajaja

    ResponderEliminar