Cuando fui a recoger a Pixka a la casa de acogida, vi una galga negra, preciosa, tranquila, majestuosa, muy obediente. Así me interesé por los galgos y me enteré del brutal maltrato y abandono que sufren en este país. No me lo podía quitar de la cabeza, sentí la necesidad de hacer algo. Las otras son viejitas, pensé, un galguito me acompañará a correr por los montes.
Así llegó Lagun. Cuando lo adopté estaba enfermo y además era muy joven para trotar con él. Tuve que esperar cuatro meses. Mereció la pena ver cómo se recuperaba día a día.
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Qué bonito es Laguntxo.....y te falta Pintxo!!!!son seis!!!!te dejas a la Pantera!!aissss...como se entere de que no le has tenido en cuenta en el recuento familiar te va a mear toda la ropa!!!jajaja
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