miércoles, 9 de junio de 2010
Encuentro
Así era cuando le conocí: la imagen de la fragilidad, parecía que se iba a romper. Silencioso, no se movía de mi lado. Si me alejaba, lloraba, bajito, pero con sentimiento. En el único momento que demostraba gran ansiedad era con la comida, no comía, engullía sin masticar. Con la misma rapidez que comía, lo expulsaba. En la época de mayor crecimiento, él no se encontraba en sus mejores condiciones. ¡Cuántas visitas hicimos al veterinario! Cuando salíamos a pasear, no quería alejarse de casa, se plantaba y miraba hacia atrás. En su hogar se sentía seguro.
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