domingo, 30 de enero de 2011
Muchos cambios
Estamos en proceso de adaptación. Muchos cambios en nuestra vida, nuevo trabajo en una ciudad distinta. La casita la hemos tenido que sustituir, menos los fines de semana, por un piso. Los galgos se han adaptado muy bien, las perritas viejitas, el gato y yo aún estamos peleando por sentirnos a gusto. Por eso, de momento, mientras se producen los ajustes, tenemos aparcados otros asuntos: el canicross, salimos a correr, pero no hemos participado en más carreras, el ritmo de lectura se ha resentido, los trabajos manuales están acumulando polvo... Las nuevas responsabilidades en el trabajo me absorben el día, pero pronto volveré a retomar el resto de actividades.
domingo, 9 de enero de 2011
Visita a un adiestrador canino
Hemos visitado a un adiestrador canino. Llevé a los dos galgos, en especial, quería corregir los tirones bruscos que da Lagun al ver a un gato o algunos perros. A menudo he estado a punto de caer a la cuneta, quedar estampada contra una farola como si fuera un sello o amputarme una mano.
Sentada en una silla con mis dos perros, daba la impresión de que sólo esperábamos a que llegara nuestro turno mientras los demás hacían ejercicios. Pero no. El educador no perdía detalle de lo que ocurría, actitudes de los perros, su comportamiento, cómo aceptan las nuevas situaciones, si se refugian en el dueño, muestran ansiedad o nerviosismo y cómo lo manifiestan. Todo el mundo se acercaba a acariciar a Lagun y Lira, una chica dijo que le daban mucha pena los galgos e inmediatamente el adiestrador le pidió que se alejara de ellos. Todo bajo su control. Paseé con uno y después con otro por separado. Diagnóstico final: no tienen trastornos de comportamiento. Sólo necesitan que les corrija alguna conducta.
Mientras estuvimos allí, vimos perros con graves problemas: un podenquito adoptado, se lo habían enviado de Andalucía, desde el momento que llegó, se lanzó a morder a toda mano que se arrimaba. Después de varios meses de tratamiento, había modificado mucho su actitud. Su amita, cuando vio a mis galgos, me preguntó si les podía acariciar. Ahora, ella tenía miedo.
Una setter que cada vez que se acercaba un hombre, perdía el control de todos sus esfínteres.
Un stafford que llegaba a provocarse asfixia y perder la conciencia por la vehemencia de sus tirones. Era su primer día de cita y tras varias correcciones, mejoró espectacularmente. Su dueño se fue llorando de emoción.
Casos y más casos...
Una visita muy beneficiosa.
Sentada en una silla con mis dos perros, daba la impresión de que sólo esperábamos a que llegara nuestro turno mientras los demás hacían ejercicios. Pero no. El educador no perdía detalle de lo que ocurría, actitudes de los perros, su comportamiento, cómo aceptan las nuevas situaciones, si se refugian en el dueño, muestran ansiedad o nerviosismo y cómo lo manifiestan. Todo el mundo se acercaba a acariciar a Lagun y Lira, una chica dijo que le daban mucha pena los galgos e inmediatamente el adiestrador le pidió que se alejara de ellos. Todo bajo su control. Paseé con uno y después con otro por separado. Diagnóstico final: no tienen trastornos de comportamiento. Sólo necesitan que les corrija alguna conducta.
Mientras estuvimos allí, vimos perros con graves problemas: un podenquito adoptado, se lo habían enviado de Andalucía, desde el momento que llegó, se lanzó a morder a toda mano que se arrimaba. Después de varios meses de tratamiento, había modificado mucho su actitud. Su amita, cuando vio a mis galgos, me preguntó si les podía acariciar. Ahora, ella tenía miedo.
Una setter que cada vez que se acercaba un hombre, perdía el control de todos sus esfínteres.
Un stafford que llegaba a provocarse asfixia y perder la conciencia por la vehemencia de sus tirones. Era su primer día de cita y tras varias correcciones, mejoró espectacularmente. Su dueño se fue llorando de emoción.
Casos y más casos...
Una visita muy beneficiosa.
domingo, 2 de enero de 2011
San Silvestre donostiarra
A las tres en punto salimos del barrio El Antiguo
Recorrimos casi nueve kilómetros por las calles de Donostia los dos mil quinientos corredores, militantes de carreras populares, donde más que la competición se paladeaba el ambiente festivo. Acompañados por un día soleado y templado y montones de gente animando. Muchos disfraces entre las cuadrillas. Algunos acarrearon la pesada carga del año a punto de fallecer con resignación y alegría hasta el fin de sus horas.
Otros, daban rienda suelta al regocijo marcando el ritmo de la fanfarria que nos esperaba en la meta, en la plaza Easo.
Sólo faltó Lagun en la fiesta.
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