lunes, 30 de mayo de 2011

Exhibición de canicross en la noche blanca burgalesa

A las 21,30 h el paseo de la Isla estaba repleto de gente, ruido de altavoces, cohetes, música, voces, mucho alboroto para mis galgos, en especial para Lira; cada vez que sonaba un petardo quería meterse dentro de cualquier coche, debajo de una mesa, de las piedras. Pensé que ella no podría participar, que se iba a quedar bloqueada con la cola entre las piernas. Empezamos a correr y se acrecentó, fueron tres cortos kms., y ella tirando de mí, me arrastraba con fuerza, ¡increíble! No le distraían los estímulos estridentes del ambiente, las orejitas hacia atrás apoyadas en su cabeza y casi al trote llegamos a la meta. De nuevo se encogió, quería desaparecer. Al llegar al coche se tumbó, suspiró y no se movió hasta llegar a casa.


Hicimos un largo recorrido en coche para participar en esta carrera, mereció la pena.

Reencuentro, corto pero muy intenso con una amiga que hacía muchos años que no la veía, tantos que creí que no nos íbamos a reconocer; el afecto de la familia que nos animó y arropó envueltos en un ambiente festivo. Tarde quizá demasiada intensa para mis perros y para mi coraza cotidiana que se resquebrajó por la emoción.

Lagun y Lira tuvieron empacho de mimos, todo el mundo se acercaba a acariciarlos, hacerles fotos, preguntar por su raza. Fueron estrellas de la mágica noche blanca burgalesa.

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