martes, 25 de octubre de 2011

En la playa

En el camino que llevaba a la playa, nos encontramos con otro galguito, blanco con manchas negras, como si fuera una vaquita.
- Es un poco dominante -me dijo su dueña.
Les dejamos acercarse despacio. Sin ladridos, gruñidos ni amenazas, Nilo, que así se llamaba, se doblegó a Lagun.
Nos adentramos en la arena y Lagun, con la cola bien alta, miró alrededor, altivo, no me gustó su actitud, pero mis acompañantes me animaron a que lo soltara, hizo unas carreras de exhibición y comenzó a vigilar y acercarse a todos los perros que entraban en la playa para dejarles bien claro que  aquel territorio era de su dominio. No muerde, pero les da pequeños toques en el lomo. Le até y le solté varias veces. En una de esas, vio a lo lejos un perro paseando tranquilamente con una pelota en la boca, un  golden retriever, a los que tiene una manía enorme; no me dio tiempo atarlo y salió disparado hacia él. Le marcó y una vez sometido, volvió hacia donde nosotros estábamos, en el camino y para que no quedara duda de su poder, levantó la pata,  y pegó una meada impresionante a la mochila de unos chicos que estaban tomando el sol y que ni siquiera tenían perro.  Casi no me enteré porque yo ya me había enterrado en la arena.
Mi acompañante, mosqueada:
- No vuelvo a salir con Lagun, ¡qué vergüenza me ha hecho pasar!
- Pues haber metido la cabeza debajo de la arena como yo -le contesté.


viernes, 21 de octubre de 2011

Chateau d'Abaddie

Antoine d'Abaddie (1810-1897), viajero, explorador, geógrafo, numismático, astrónomo y gran defensor del idioma y  de la cultura vasca en Iparralde. Se le llamó el padre de los vascos. Después de sus múltiples viajes por todo el mundo, se instaló en Hendaya y construyó el chateau d'Abaddie. De estilo neogótico e influenciado por las diferentes culturas, está repleto de decoraciones árabes, pinturas de temas etíopes, motivos irlandeses... Fué cedido a la Academia de las Ciencias francesas y hoy es un museo meteorológico. El y su esposa permanecen en una cripta en el castillo.
Vigilan  la puerta principal  diferentes animales: enormes serpientes, con su veneno defienden el edificio;  cocodrilos con sus fauces abiertas amenazan al visitante; caracoles, representación de la casa como santuario y morada y  dos galguitos a ambos lados de la escalera reflejan la fidelidad eterna.


domingo, 9 de octubre de 2011

loca carrera

Cada vez que les suelto en la campa y les veo correr, como ellos lo hacen, me quedo tensa, petrificada,  mezcla de admiración y  de miedo. Es un espectáculo verlos, pero el tiempo de sus locas carreras temo  que se choquen contra un árbol. No miran, no ven, sólo corren y se muerden en un juego-competición por ellos acordado. El otro día, Lira atravesó una alambrada, no lo vi, pero escuché sus quejidos, cubierta  de heridas y rasponazos por todo el cuerpo, aterrorizada no atendió a mis llamadas y se fue directamente a casa. Al llegar, se tiró al suelo como si su cuerpo estuviera paralizado, cuando se tranquilizó y a mí se me pasó el susto,  la curé.
Hoy me he encontrado con un vecino que sabe de mis andanzas con los galgos y me suelta:
- A ver cual es la próxima que te lian.
- Esta ha sido la última- le he contestado ¿convencida?